viernes, 19 de agosto de 2011

Isabella ♥ ~

Soy Isabella
Y aquel día había muerto.

Habíamos durado ¿Cuanto?, ¿Dos años? dos putos años. Me siento a escribir todo lo que se me venga a la mente, todo lo hermoso lo divino de toda la muerte. Aquella sensación de no tener que sentir nada más que, llantos.

Llorar es ¿Satisfacción?

Porque e dicho, todo lo divino de la muerte.
Estoy tan confundida que mis palabras son en vano.

Es simplemente lo que trataba de descubrir aquel día. Aquel día lluvioso. Tratar de descubrir cual era el punto hermoso de todo. Siempre pensé que las cosas pasaban por algo, o, que después de la lluvia salía el sol sobre las tinieblas sobre las montañas más altas. Pero, la verdad no sabía como descubrirlo, no sabía si llorar o solo preguntar ¿Por qué?, ¿Para que? y ¿Cual es el punto? y por fin describí que no había nada hermoso en escuchar terribles y amenazadoras palabras

–Isabella–Su voz era petulante, temblorosa... remota. –No somos merecidos de durar tanto tiempo. El tiempo a veces no solo cura, a veces derrota y mata... aburre.
–A que te refieres–¿A que se refería? pues en ese momento, la verdad que nada pasaba por mi mente, ni si quiera lo que diría después.
–Tenemos que ver las situaciones, aquellas que nos han destruido mutuamente–Molesta a veces que comiencen con rodeos, solo quieres que te lo digan de una vez y, ya.
–Puedes dejar los rodeos, que voy entendiendo.
–Tenemos que terminar–habló mientras su pestañear de ojos fue mas lento, sus lagrimas bajaban mas rápido que el "tic-tac" del reloj y... soltaba mi mano. ¿Para siempre?


Veía todo, blanco. Veía a todas las personas flotar y yo no estaba, no podía ver mi reflejo y mis pies se adormecían cada vez, más. Me preocupaba pero no tanto, tal vez luego despertaría y recobraría el aliento.

Así fue.

Era como cuando terminas recién de vomitar, hueles y solo te dan ganas de hundirte y seguir vomitando. Abrí los ojos luego de un inmenso y largo pestañeo. Hundí mis labios hacia dentro mojándolos con mi lengua, mi mano se dentro entre mi frentes deslizándose entre mi pelo hasta la nuca y respiré. Inhalé pero nunca exhalé. –No era así, era solo una sensación del minuto–

Y por fin decidí hablar.

–Fue, rápido–Fue lo mas estúpido que había dicho en toda mi vida. Pero traté de remediarlo-Pasó todo tan rápido, nuestros momentos, fueron segundos. Pero me costará una vida, poder olvidarte, horas de vida.
–Igual a mí.
–No lo demuestras.
–¿Por qué?
–Tu mano, la has soltado–El agachó la cabeza y apretó su puño levantando su cabeza.
–Tienes razón. –Y sonrió, pasó por mi lado y se coló entre los pasillos del instituto.

No tenia interés de lo que hacía. Quizás ni si quiera sabía lo que hacia.

Soy Isabella
Y aquel día había muerto, muerto por amor.



Mica Quezada